En un mundo donde se aprecian cada vez más las carencias del amor verdadero, los buenos son los tontos y los malos los astutos.
¿Dónde quedaron aquellos sueños de un mundo mejor? ¿En medio de los videojuegos violentos o de los chismes que nos transmiten las redes sociales? ¿Porque ahora cuesta más hacer el bien?
Dar un simple saludo de cortesía, pareciera que en medio del día a día es una prueba difícil de realizar. Ahora cuesta más encontrar personas con valores, que un buen lugar donde estacionar. Y seguimos indiferentes, porque hemos preferido amoldarnos, que hacer la diferencia. No podemos ser del montón que cree que no puede ser posible un cambio. El cambio empieza en la mentalidad de cada quien. Pero en vez de eso, hemos dejado que gobierne el egoísmo o la mediocridad de conformarnos con lo que hemos llegado a ser.
He encontrado diversos criterios al respecto, entre ellos el hecho de que bíblicamente estas cosas deben suceder: Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará (Mateo 24:12). Ahora me pregunto: ¿eso significa que debemos cruzaros de brazos y ver pasar todo sin ni siquiera tener el valor de parpadear? ¿Somos espectadores con tarros de palomitas de maíz, nada más; o podemos despertar y luchar hasta el final?
Quizá una intención y una sola acción no cambie el mundo entero, pero al menos puede ser capaz de transformar la forma de ver el mundo que cada uno de nosotros llevamos dentro.
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